HISTORIA




Cultura hebrea
El conocimiento concreto (1700 a. de C.) de las primeras parteras lo tenemos a través de la Biblia donde existen citas textuales que hacen referencia al trabajo de la partera. Nos referimos a las comadronas hebreas, mujeres que gozaban de una consideración distinguida y prestigio social. La necesidad de sus servicios en la corte y entre las damas aristocráticas les hacía frecuentar las casas y palacios y el trato con altas dignidades y mandatarios.

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Antiguo Egipto

De la civilización egipcia se sabe que, tanto el médico como la comadrona, eran profesiones libres, al igual que la de veterinario que también existía. Gozaban de gran prestigio y de la estima de sus conciudadanos. Por estas circunstancias se piensa que la enseñanza de estos profesionales estaba basada en la experiencia práctica que se iba adquiriendo al estar junto con otro más experimentado. El alto estatus social de la mujer en el Antiguo Egipto, independientes social, legal y sexualmente y no discriminadas en cuanto al acceso a las enseñanzas médicas, está auspiciada por el desarrollo de la escritura; esta impulsó el conocimiento ginecológico y obstétrico y por tanto, una cuidadosa atención a la patología obstétrica, ginecológica y a sus prácticas, como atestiguan los papiros encontrados. El papiro Ebers, datado entre el 1900 y 1550 antes de Cristo, comprende cinco columnas de papiro que tratan sobre ginecología y obstetricia, narrando específicamente de la aceleración del parto y la realización de pronósticos sobre la pervivencia del recién nacido. El papiro Westcar, fechado en 1700 a. C. incluye instrucciones para calcular la fecha prevista de alumbramieno, y describe distintos tipos de sillas de parto. Los bajorrelieves encontrados en las estancias reales en Luxor y en otros templos, también atestiguan la importante presencia que la profesión tenía en la cultura egipcia.

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Cultura greco-romana

La medicina griega, se proveyó de los conocimientos egipcios sobre embarazo y parto. En la Grecia Clásica, las comadronas o “maiai” (partera), gozaban de elevada dignidad y alto reconocimiento social, en estrecha relación con los filósofos, lo mismo que el arte de la Partería, o Mayéutica. La ley ateniense exigía para ejercer este oficio, haber sido madre y no estar ya en edad de procreación. La madre de Sócrates, Phainarité, fue comadrona y de la analogía que estableció el filósofo con el oficio de su madre, nombró Mayéutica a su método filosófico.
En la antigua cultura greco-romana, el oficio de matrona era desempeñado por un amplio número de mujeres, entre las que se incluían aquellas de edad avanzada que continuaban siguiendo la tradición médicas popular en los poblados del Imperio Romano, matronas entrenadas cuyo conocimiento emanaba de distintas fuentes, y mujeres con un alto grado de formación que eran consideradas médicos femeninos.
Tal y como describe el médico Soranus en el siglo II d.c. en su trabajo Ginecología, una “buena” matrona tenía que aglutinar las siguientes características: culta, inteligente, poseedora de una buena memoria, amante de su trabajo, respetable y sin ninguna incapacidad que disminuya la percepción de sus sentidos (p. ej. vista, olfato, oído) hasta impedirle realizar su labor, con los miembros intactos, fuerte y, de acuerdo con algunos, con dedos largos y finos que acaben en una uña corta. Soranus también recomienda que la matrona muestre una actitud comprensiva (aunque no es necesario que haya dado a luz) y que mantenga sus manos suaves, con el fin de mejorar la comodidad de la madre y el hijo. Plinio el Viejo, otro médico contemporáneo, valoraba la pertenencia a la nobleza así como la tranquilidad y la discreción en una matrona. Es difícil encontrar en la antigüedad una mujer que poseyera esta combinación de psique, virtud, habilidad y formación, por lo que parece que en estos tiempos existían tres grados diferentes de matrona. El primero era aquellas mujeres que conocían la técnica; el segundo ampliaba su conocimiento con la lectura de algunos textos sobre obstetricia y ginecología; pero el tercero era un profesional intensamente formado y considerado un especialista médico en la atención a la mujer.


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